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Economía circular: el movimiento de la cero-basura
El origen de la tendencia “zero-waste”
Para algunos no parecería extraño que, a la hora de planear una fiesta o una reunión de amigos, el anfitrión del evento decidiera servir la comida utilizando platos, vasos y utensilios de plástico. De hecho, esta acción podría pasar inadvertida, pero también podría ser percibida como una decisión irresponsable, que refleja una falta de consciencia sobre la crisis ambiental.
Las personas que rechazan esta clase de consumo probablemente están conscientes de que hay alrededor de 12.8 millones de toneladas de plástico en nuestros océanos y si continuamos con los patrones actuales, para el 2030, habremos acabado con el doble de los recursos disponibles en nuestro planeta. Bajo estas premisas, es que se da el surgimiento de un movimiento y estilo de vida “cero-basura” (zero-waste), conformado por individuos y negocios que quieren luchar contra los efectos dañinos que tiene la economía de la conveniencia.
Si tratamos de entender porqué el anfitrión decidió comprar utensilios de plástico y otra clase de productos desechables para su fiesta, todo se resume en la “facilidad” que estos le traen. Por muchos años nos hemos acostumbrado a servicios y productos que se ajustan a nuestras necesidades, que nos ahorran tiempo, trabajo y esfuerzo, sin cuestionar el daño que provocan al medio ambiente y a nuestra propia salud.
Un aumento en el conocimiento de los consumidores sobre las prácticas de los negocios ha resultado en la generación de grupos que consideran que las marcas tienen la responsabilidad de contribuir positiva y activamente a la sociedad. En especial porque al adquirir y consumir sus productos, ellos están comprometiendo y viendo reflejadas sus creencias y valores.
Consumidores cero-basura
Los consumidores conscientes buscan tomar decisiones y acciones que reduzcan el impacto negativo que tiene su consumo sobre el planeta, incluyendo el daño a otras personas, animales y el medio ambiente. Esto no quiere decir que todos tengan un mismo enfoque o acercamiento hacia este tema, ya que algunos optan por adoptar prácticas como el veganismo, flexitarianismo (son flexibles con lo que come dos veces a la semana), adquieren productos orgánicos, son activistas… Lo que tienen todos en común es su esmero por tratar de llevar un estilo de vida más saludable y ético, que aporte o genere un menor impacto en el medio ambiente.
Dentro de estos consumidores, existe un sub-grupo conocido como los “cero basura”, que tienen como meta generar la menor cantidad de desechos posibles. Su filosofía reta la economía linear y se enfoca en un acercamiento circular, donde se imita a la naturaleza, al no generar basura ni desperdicios. Para esto, ellos reducen el gasto de recursos, reutilizan el material tanto como sea posible, envían poco a reciclar y abonan o reparan lo que puedan. Inclusive, ven el reciclaje como una opción poco valida, ya que, por ejemplo, tan solo 9% de todo el desecho que produce el plástico se recicla.
La Alianza Internacional de los Cero Basura, explica que esta práctica implica “diseñar y administrar productos y procesos para evitar y eliminar sistemáticamente el volumen y la toxicidad de los desechos y materiales, conservar y recuperar todos los recursos, y no quemarlos ni enterrarlos; con la intención de eliminar las descargas que se hacen en la tierra, el agua o el aire, que sean una amenaza para la salud planetaria, humana, animal o vegetal”.
Implicaciones del movimiento
Aunque puede que este grupo sea una minoría, igual se está observando una tendencia por parte de muchos consumidores de adoptar prácticas promovidas por los cero-basura. Por ejemplo, un 40% de los consumidores de la generación Z (en EEUU) aseguran que han boicoteado a una marca o compañía por realizar acciones que no se alinean con sus valores. Esto complica el accionar de las empresas, ya que el poder convertirse en “zero waste” conlleva un compromiso serio, que afecta todos los procesos de producción, comercialización, logística y manejo de residuos de las compañías.
También ha potenciado el interés de los consumidores por entender el origen de los productos que consumen (y de sus ingredientes), obligando a las empresas a mejorar sus estándares y prácticas productivas. Por ejemplo, eliminando el uso de productos derivados de animales y actividades que implican su maltrato.
Las personas piensan que las acciones individuales no van a prevenir el cambio climático, pero si creen que una marca puede ayudar a organizar y generar oportunidades para que grupos más numerosos hagan una diferencia. También su actuar visibiliza estos temas y fomenta la conversación, haciendo que el resto de los consumidores, los medios y las entidades del gobierno se vean más presionados a tomar una posición.
Este enfoque elimina el peso que tienen las marcas y el renombre de sus compañías, ya que los consumidores favorecen a aquellas que están auténticamente interesadas en aportar al cambio, siendo transparentes y adoptando un compromiso real con la causa. Lo que, a su vez, les permite mejorar sus credenciales y crear una mayor conexión con su audiencia, reflejando cómo al escogerlos entre la competencia, están también aportando al cambio.
El caso de Loop
Compañías como Carlings (campaña de esta semana), General Motors, Lego e Ikea (que será 100% circular para el 2030), han realizado esfuerzos individuales por tratar de adoptar prácticas que les permitan generar un cambio y ser reconocidas como “zero waste”. Pero Loop, una plataforma de TerraCycle, se ha enfocado en lograr que esta meta sea accesible para cualquier empresa o marca interesada.
TerraCycle está trabajando su proyecto al lado de compañías como Procter and Gamble, UPS, Nestlé, PepsiCo, Unilever y otras marcas reconocidas, que están dispuestas a rediseñar sus envases con tal de que se puedan reutilizar más de 100 veces, siendo entre 50% a 70% veces mejor para el ambiente y teniendo un costo similar a otras alternativas.
Loop pretende lograr que su sistema sea tan sencillo y conveniente como el botar algo a la basura; solo se requiere hacer un pedido, pagar un deposito, solicitar que pasen a recoger el envase cuando se acabe el producto y esperar a que traigan uno nuevo. Esto lo vuelve más facil que reciclar, puesto que no se requiere de separar los productos ni enjuagar los envases.
El futuro de esta tendencia
A pesar de que esta tendencia no ha llegado a popularizarse tan rápido como otras, con el paso de los años sí se ha percibido el impacto que ha tenido en las exigencias y prácticas de consumo de las personas. Esto ha evidenciado la realidad: la postura cero-basura puede ser adoptada por las personas, pero se requiere de corporaciones y gobiernos responsables para acabar con la verdadera contaminación y producción masiva de desechos.
Si las empresas quieren sumarse a esta tendencia deben estar convencidas, por los cambios y retos que implica el zero-waste, de manera que su compromiso no se convierta en promesas vacías, sino que se sustente a partir de acciones.
ANNALECT
Annalect – Unidad de consultoría en efectividad de marketing basado en Datos y analítica de OmnicomMediaGroup.