La huella de la IA en nuestra cultura
Durante los primeros meses del 2023 fue la primera vez que dedicamos un artículo de Annalect a entender la llegada de ChatGPT al mundo y el impacto que se preveía en la industria publicitaria. Sin embargo, viendo para atrás, no teníamos ni idea de lo que experimentaríamos en los meses venideros.
Para darnos una idea, en 2024 el 42% de los consumidores creían que la inteligencia artificial estaba teniendo un impacto significativo en su vida personal pero, a su vez, desconfiaban de ella. Esto por la amenaza que representaba frente a la privacidad de datos, facilitamiento de la desinformación, alucinaciones y posibles pérdidas de empleo. La tecnología aún se percibía como un “complemento” externo y una herramienta por explorar, no como una necesidad o tecnología de la cual podríamos volvernos dependientes.
Sin embargo, actualmente más del 80% de los latinoamericanos usan frecuentemente la IA y tan solo 6 de cada 10 verifican la calidad del contenido (según un estudio de Eset). Esto, no ha significado solamente un avance tecnológico, sino que implica un cambio claro en nuestros valores culturales.
“Estamos presenciando el surgimiento de nuevas expectativas: que la tecnología nos comprenda emocionalmente, que amplifique nuestro potencial creativo, que se integre a la perfección en nuestras rutinas y que se gane nuestra confianza mediante la transparencia.” (OMG Intelligence, 2025). Esto cambia por completo el rol que la tecnología juega en el mundo, vinculándose en áreas subjetivas, emocionales y humanas que antes era impensable asociar con el trabajo de una computadora.
A su vez, es producto de un avance sin precedentes en la informática. Por ejemplo, se espera que para 2027 las empresas lideres accedan a un potencial computacional 40 veces superior al experimentado en 2024. Esto nos pone frente a la evolución tecnológica más acelerada en el mundo hasta ahora.
En la investigación de OMG “gen ai and the future: key elements of culture” el equipo identificó 5 tendencias que demuestran que tan profundo está siendo el impacto de la IA en la cultura. Aquí profundizaremos en tres:
- Warm Tech (70% de afinidad): esperamos que las maquinas muestren interés en nosotros. Esto se traduce en el uso que le están dando las personas a herramientas como ChatGPT, asignándole un rol de consejero, amigo, compañero y hasta terapeuta. Por eso, estamos pasando de esperar respuestas frías y cuadradas por parte de la tecnología a un trato casi humano, donde se nos escucha, responde con empatía y tacto emocional.
Esto incluso ha llegado a impactar la programación de OpenAI en sus modelos, haciéndolos capaces de reconocer y responder a signos de angustia emocional y mental, para brindar la atención necesaria.
- Humanidad aumentada (68%): el gap entre los pensamientos y la realidad comienza a cerrarse. Lo que antes tomaba años de capacitación y acceso a herramientas costosas, hoy se produce en segundos a partir de un par de frases de texto. Esto hace que lo que defina el valor de un producto ya no sea su ejecución, sino su originalidad y uso de la imaginación.
También ha traído consigo grandes discusiones en el mundo del arte sobre el valor que gana o pierde una obra que es intervenida o creada con ayuda de la IA. Por ejemplo, actualmente existe una gran discusión alrededor de la propuesta de JUJU (una reinterpretación de los Labubu) por CJ Hendry en colaboración con Philips Auction.
- Todos los objetos quieren pensar (52%): los objetos que integran AI ya no son percibidos como herramientas pasivas sino que se han convertido en extensiones cognitivas que sirven para la toma de decisiones efectiva y potencian nuestras capacidades. Esta expectativa, que vemos está impactando la tecnología, también se traduce en las plataformas y medios; pues sus usuarios esperan que pasen a adaptarse y convertirse en facilitadores de como piensan e interactuan con el mundo. Como lo demuestra el nuevo sistema de traducción integrado a los AirPods Pro 3 de Apple.
La inteligencia artificial ya no es solo una herramienta, sino un reflejo de nuestra evolución como sociedad. Estamos aprendiendo a convivir con ella, a confiar y a cuestionar sus límites. Lo que antes parecía futurista, hoy marca el pulso de nuestra cultura y redefine lo que significa ser humanos en la era digital.



