Los parámetros con los que se definieron las identidades en el pasado han cambiado. Hoy en día, estas sobrepasan los límites del espacio y tiempo, desdoblándose y ajustándose a múltiples medios, formatos y plataformas.

Como producto de las redes sociales, la híper-conectividad e inmediatez, se ha generado mucha presión en los usuarios por estar siempre expuestos a la mirada de los demás. Por esta razón, el número de usuarios y usuarias en redes sociales ha aumentado de manera acelerada en todos los países.

Nuestra identidad, cada vez más flexible y fragmentada, ahora se compone de distintas presentaciones y manifestaciones efímeras.

Algunas cifras ilustrativas

Durante el 2017, tanto en Centroamérica como en el Caribe,  se reporta que un 40% de los usuarios de internet lo utilizaban más de 3 horas al día; ingresando principalmente a plataformas como Facebook (81.3%), YouTube (79.8%) e Instagram (36.2%).

Un estudio de Pew Research Center, 2018, señala que el estadounidense promedio usa como mínimo tres redes sociales de un total de ocho, provocando que, por ejemplo, tres cuartas partes de los usuarios de Twitter (73%) y de Snapchat (77%), también sean usuarios de Instagram.

El constante bombardeo de información y de estímulos, ha provocado que las y los usuarios deban ir ajustando su identidad a las diferentes plataformas y a las exigencias externas; inclusive algunos han optado por tener “finstas” o una segunda cuenta en algunas redes sociales, para poder mostrar distintas presentaciones de sí mismos.

¿Qué son los finstas?

Finsta se entiende como el uso de una doble identidad en redes sociales. Por esto, finstagram viene de la conjunción de dos palabras en inglés, “fake” (falso) e Instagram (nombre de la red social), por lo que significa “Instagram Falso”. Esta cuenta es secundaria y tiene el fin de compartir, con un grupo de amigos más selecto y cercano, una versión menos editada y más personal de la vida de un usuario.

En términos generales, el tipo de publicación que se hace en un finsta, muestra mejor la realidad y es menos “perfecta” que la que se compartiría en una cuenta principal.

Como se observa en el gráfico, esta tendencia es más común que se de en mujeres, principalmente entre los 25 a 34 años de edad.

Consumidores e industria

            Las identidades de los usuarios en las redes sociales, son inconstantes a través del tiempo, pero forman una narrativa coherente que permite conocer la esencia y la vida de un consumidor. Por eso las marcas deben buscar nuevas formas de ser flexibles y espontaneas sin perder su consistencia.

Los sectores y actividades que se han visto más impactados por las identidades fluidas son los medios de comunicación, el comercio minorista (retail), la creación de marcas (branding) y la industria del cuidado personal.

Además, este fenómeno ha impacta principalmente a las generaciones Y y Z, con un estatus social mejor establecido; y en el caso de Asia, con una mayor capacidad económica. Estos grupos de consumidores quieren ser atraídos, de forma constante, por marcas que les puedan ofrecer novedades y experiencias que alimenten sus pasiones pasajeras.

Sin importar la industria, todas las marcas que quieran destacar deben demostrar que apoyan la individualidad, aceptando y reconociendo a sus consumidores por quienes son hoy.

Para poder satisfacer esta demanda, algunas empresas han recurrido a la creación de productos y servicios personalizados. Por ejemplo, Ainsel, una marca de maquillaje, ha logrado entender que los millenials quieren sentirse únicos y diferentes. Por eso en el 2017 lanzaron un servicio llamado “Lip Play”, permitiendo a sus consumidores crear sus propios colores de lápiz labial.

Esta tendencia trae consigo nuevos retos para la industria, entre ellos, el saber reflejar los valores y el estilo de vida de sus clientes con el fin de atraerlos, motivándolos a la compra y fidelización.

Fuente:

OMD, Trend Report.