Si la mascota te aprueba, tu cliente también. El poder del Petmarketing
Vas por una camiseta y terminás comprando algo para tu mascota. Prioridades.
¿Por qué? Porque hoy en día no se compra solo para uno, se compra también para tu mascota de cuatro patas que espera en casa moviendo la cola. Bienvenidos al mundo del petmarketing, donde el cliente no viene solo, viene con pelo, patas y a veces, más seguidores en Instagram que tu marca.
El petmarketing es mucho más que ponerle un huesito de regalo al pedido. Es entender que los animales ya no son “mascotas”, sino parte de la familia. En un mundo donde los consumidores, especialmente los menores de 40, buscan marcas que los entiendan (y de paso entiendan a su perro, gato o perico), posicionarse como petfriendly es más que rentable, es inteligente.
¿Te suena exagerado? Bueno, preguntale a Nestlé, que transformó sus oficinas en zonas Dog Friendly y descubrió que el 42% de los empleados trabajaban más felices con su mascota al lado y el 33% chillaban menos de estrés. En España, llevar el perro al trabajo ya le gana al coche de empresa y al plan de pensiones. Lo que se dice: “mi perro primero, luego hablamos de beneficios laborales”.
Y no creás que el petmarketing se queda solo en productos o servicios. El cine también ha sabido sacarle brillo a la fórmula peluda. Incluir una mascota entrañable en una película puede ser tan efectivo como un actor taquillero (y muchas veces, más simpático). ¿Ejemplo reciente? Superman o A quiet Place, donde el verdadero gancho emocional es, sí, el perro o el gato en la historia.
Así que ya sabés, si querés que tu marca mueva la cola (y las ventas), hablale al humano… pero no te olvidés de su mejor amigo o amiga. Porque el consumidor de hoy no compra solo para él, compra para su manada.